Existe la posibilidad de plantear cuatro niveles de intervención a través de los Presupuestos Participativos Juveniles 2010; a continuación se presentan cuatro ejemplos que pretenden ilustrar la manera como se puede intervenir a través de las iniciativas.
1. Personal: El caso de Candelaria
2. Grupal: Los Latinos
3. Social: Lugares de Miedo
4. Cultural: Habitantes de la Calle
1. PERSONAL
Candelaria es una joven, nació en Mompox, pero muy niña vino a Bogotá, aquí se crió, creció, probó y se enamoró. Un día paró de llegar la menstruación. Candelaria y su novio supieron entonces que estaban embarazados y luego de varias semanas de meditarlo bastante, Candelaria pensó que, en defensa de su derecho a la vida, se iba a practicar un aborto. Acudió al hospital San Ignacio en busca de ayuda, allí le dijeron que no podían prestársela, pues ellos como institución objetaban conciencia y defendían el derecho del feto a mantenerse con vida. Candelaria decide acudir a la Secretaría de salud del Distrito, donde recibe la información de que en cualquier hospital están en la obligación de acompañarla en la interrupción voluntaria de su embarazo. El distrito obligó a San Ignacio a garantizar el derecho a la salud y la vida de Candelaria.
A pesar del respaldo institucional, la familia de Candelaria no ve con buenos ojos su decisión, por considerar que ha ejercido violencia contra ella misma y de paso contra sus padres que sólo le han dado buen ejemplo, según dicen. Candelaria se anota en Presupuestos Participativos, su iniciativa aborda la fotografía como medio para reflejar realidades que se niegan en contextos comunitarios. La iniciativa re-simboliza la violencia denunciada por sus padres, trabajando el tema del aborto como una oportunidad de ejercer soberanía sobre su cuerpo y defender su derecho a la vida. Y no como forma de ejercer violencia contra sí misma. Las fotografías serán divulgadas en formato postal en los centro de orientación a jóvenes y adolescentes embarazadas.
2. GRUPAL
En el colegio se hicieron amigos gracias al fútbol. Luego armaron un parche y siguieron jugando, todos los jueves en la cancha del barrio, hasta que institucionalizaron los torneos relámpago de los Latinos. El fútbol se convirtió en una feliz excusa para encontrarse en las noches del barrio.
Los demás días de la semana, la cancha es disputada por distintos parches que se reúnen para jugar. La lucha por el terreno se tornó tan cruenta que fueron comunes los heridos durante los encuentros. La gente del barrio volvió a perder ante el miedo, y la concurrencia durante los partidos de Latinos dejó de ser la misma, hasta que tuvieron que cancelar.
Los Latinos siguen con partidos los fines de semana, mientras la situación en las noches del terreno de juego mantiene su temperatura, uno de los parches se apropió del campo y restringió el uso a los demás. A través de presupuestos participativos, Latinos invita a los parches a resimbolizar la rivalidad y para ello se ofrecen como mediadores. Les plantean un Mundialito, que mida fuerzas entre los parches garantizando la competencia justa y no violenta. El propósito del campeonato es levantar la desterritorialización y provocar que los vecinos a la cancha recuperaran el sentido comunitario del escenario deportivo, como punto de encuentro.
3. SOCIAL
Sebastián y Jairo son estudiantes de diseño, Liz hace un técnico en Litografía. Hace un par de años montaron juntos un una exposición en la calle que señalaba y planteaba burlas a las cámaras de seguridad dispuestas en los postes. Su trabajo como colectivo ha seguido asentado en la calle, con especial interés en los lugares muy populosos o tildados de peligrosos en la ciudad. Inscribieron en Presupuestos Participativos una iniciativa que tiene como objetivo re-simbolizar ‘lugares del miedo’ -como zonas de tolerancia o las llamadas ollas-. Realizan su intervención en cinco lugares de la ciudad, embelleciendo la agreste atmósfera de la olla con intervenciones murales de gran formato.
4. CULTURAL
En La Casa Producciones, comenzó como un grupo de amigos grabando sus escandalosas bandas de garaje, y todos los sonidos raros que encontraban en la ciudad. Luego de varios años de grabaciones y reunidos al calor del aburrimiento, pensaron un día en armar una emisora comunitaria para mostrar todo el material que tenían y emitir un noticiero en el que se cagaran en todos los vecinos. Finalmente la idea del noticiero se abortó, pero la emisora sobrevivió a la resaca. En la actualidad tienen un espacio virtual donde almacenan su material y semanalmente suben un programa sobre sonidos de la ciudad y rock industrial. Inscriben una iniciativa en presupuestos participativos que pretende re-simbolizar la figura de los habitantes de calle como consumidores anestesiados sin contacto, ni ideas, sobre la realidad. Para ello plantean la grabación de una serie de programas de radio que podrían ser consultados en su página o difundidos a través de emisoras locales, en los que la gente de la calle cantara canciones, narrará historias y hasta montará radio novelas.